Cómo comenzó el conflicto palestino – israelí
El sionismo es un posicionamiento ideológico y político nacionalista que nació para defender los derechos, la historia y los valores del pueblo judío. Este movimiento logra especial relevancia a principios del siglo XX, cuando el creciente antisemitismo en Europa empuja a la comunidad judía a buscar un nuevo Estado donde establecerse.
Es la región de Palestina, en aquellos momentos perteneciente al Imperio Otomano y situada entre el mar Mediterráneo y el río Jordán, el lugar donde los líderes del movimiento sionista deciden crear este estado judío.
Como explica Pedro Brieger en su libro El conflicto Palestino-Israelí, 100 preguntas y respuestas “la idea era volver a la tierra de los antepasados conocida como Eretz Israel (la tierra de Israel) o Sión tal cual figura en la Biblia. Partían del presupuesto de que los judíos habían sido expulsados antiguamente de allí, y que la Biblia era una especie de “título de propiedad” que les confería todos los derechos sobre ese territorio para regresar”.
Por ello, a pesar de que la presencia de comunidades judías eran superiores en otras zonas, como Egipto o Siria, la relevancia del lugar en el sentir religioso del judaísmo empujó a los sionistas a comenzar una lenta pero inexorable lucha por el control del territorio.
Comenzaron así las migraciones de familias judías hacia Palestina a través de la compra de terrenos desocupados. La población llegada de Europa crece exponencialmente y comienzan las primeras tensiones con los previos habitantes de esta zona, que eran distintas comunidades musulmanas.
Tras la Primera Guerra Mundial, y habiéndose ya desintegrado el Imperio Otomano, Gran Bretaña toma el control administrativo de la región de Palestina.
No obstante, durante la Gran Guerra Reino Unido había realizado acuerdos contradictorios con los sionistas y con los palestinos, lo que complicó su poder en el territorio, le restó credibilidad y creó importantes aspiraciones sobre la gestión de Palestina por parte de ambas comunidades.
Con la llegada del fascismo a Europa, en los años previos a la Segunda Guerra Mundial y con la consecución de la contienda y del Holocausto, el pueblo judío escapa de Europa hacia distintos puntos geográficos, siendo uno de ellos Palestina, donde la comunidad judía crece con rapidez y comienza a ser percibida como una amenaza por los pueblos árabes de la región.
Los enfrentamientos entre ambas comunidades comienzan a ser frecuentes y la polarización entre el nacionalismo árabe y el sionismo es incontrolable por el gobierno británico, que decide llevar el problema a la ONU. La Asamblea General decide en 1947 aprobar un proyecto que divida el territorio de Palestina y cree dos Estados para la convivencia de las comunidades árabe y judía.
Los israelíes aceptan este plan pero los árabes lo rechazan al considerarlo injusto.
En 1948, un día antes de que el Mandato Británico en Palestina concluyera, la comunidad sionista declara el Estado de Israel, lo que provoca que Egipto, Jordania, Siria e Irak invadan este territorio.
Comienza así la primera guerra árabe-israelí, llamada “guerra de la liberación” por los judíos e inicio del Nakba (destrucción o catástrofe) por los palestinos.
La victoria de los israelíes reduce el territorio palestino a la mitad y provoca el exilio de más de 700.000 ciudadanos árabes.
Ésta sería la primera de numerosas guerras durante el siglo XX, en la que Israel no ha dejado de vencer en los enfrentamientos y de invadir de forma continuada el territorio palestino, que en la actualidad se reduce a Cisjordania (incluyendo Jerusalén Oriental) y a la Franja de Gaza.
La disputa entre ambas comunidades a lo largo de la historia le ha costado la vida a decenas de miles de personas y ha causado millones de refugiados.
La defensa de Israel por parte de Estados Unidos y la ausencia de respuesta del Estado sionista hacia las resoluciones de la ONU y de la Convención de Ginebra que condenan las actuaciones de Israel hacia el pueblo palestino han provocado que los derechos de este pueblo sean continuamente vulnerados.
La tradición judía defiende que el territorio de Israel en el que se estableció el pueblo sionista es la Tierra Prometida por Dios a Abraham y a sus descendientes. Sin embargo, las consecuencias de esa promesa han sido para Palestina un lento viaje hacia la desaparición.