La guerra de precios del petróleo añade inestabilidad a una economía en suspense

La crisis internacional del coronavirus ha creado una situación de descontrol, tensión e incertidumbre que traslada cualquier conflicto político o económico, a pesar de su trascendencia global, a la segunda página de los periódicos. Sin embargo, en este caso, la magnitud de las repercusiones de este desacuerdo serán añadidas a las ya incalculables consecuencias económicas de la pandemia mundial. Hablamos, en este caso, de la guerra económica por los precios del petróleo.

El jueves 13 de este mes se reunían los principales actores del sector petrolero con el propósito de acordar una reducción de los barriles de petróleo que se lanzaban al mercado, reduciendo así los desequilibrios entre la baja demanda producida por la epidemia y la extensa oferta de un mercado en constante competición. Los precios, de esta manera, no se reducirían en exceso y el mercado se mantendría estable.

Sin embargo, durante la mañana del viernes saltaba la sorpresa y se hacía público el rechazo del acuerdo por parte de Rusia y la ruptura, tras casi una década, de la alianza entre Moscú y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Según el entorno del Kremlin, esta decisión no responde a ninguna motivación oculta y repiten, de cara a la opinión pública, que han optado por rechazar esta transacción porque, simplemente, no era ventajosa para Rusia.

Ante esta postura por parte de sus ya antiguos aliados, Arabia Saudí, líder indudable de la OPEP, respondía con un considerable incremento de su producción y los precios se desplomaban.

Con las economías de Europa y China seriamente dañadas y camino de la recesión, esta guerra de precios provoca un nuevo daño a los ya inestables mercados, llevando a la economía mundial a un terreno desconocido y no muy esperanzador. Según narraba Oswald Clint, experto en el sector del petróleo y el gas en Europa y Rusia, al periódico El País, “con demasiadas incertidumbres sobre el crecimiento económico y la demanda de petróleo, el movimiento de la OPEP y Rusia nos deja en aguas sin cartografiar”. Los mercados se resienten ante lo desconocido y la situación del petróleo añade más incógnitas al futuro de la economía global.

Las consecuencias de este desencuentro pasan por la pérdida de más de un 50% del valor del petróleo, instalaciones mundiales incapaces de acoger la excesiva oferta de crudo, la devaluación del rublo, ya dañado por las sanciones europeas tras su conflicto con Ucrania, y un daño, que algunos describen como deliberado, al hasta ahora imparable crecimiento del poder del fracking estadounidense.

Este movimiento para debilitar la competitividad de Estados Unidos sería una de las razones que llevaron a Moscú a optar por una ruptura estratégica, defendida por el líder de la compañía petrolera estatal Rosneft, Igor Sechin, y basada en limitar el poder económico y político de Washington y a su vez el creciente aumento del control del mercado por parte de Arabia Saudí.

Sin embargo, las consecuencias de este arriesgado movimiento son inciertas. El economista ruso en Renaissance Capital Sofya Donets apuesta por su país como el contendiente más preparado para afrontar esta crisis, defendiendo que “será difícil, pero tiene suficientes recursos para salir adelante”. El analista de El País Mijaíl Krutíjin, por su parte, afirma que el país gobernado por Putin “gana muy poco. Ha sobrestimado el potencial de la estabilidad de su economía y ha aventurado que una pequeña depreciación del rublo no haría daño, y que las reservas financieras permitirán permanecer a flote en los años de bajos precios”, añade.

Por ahora, mientras algunos defienden que se trata de un desacuerdo momentáneo y que las aguas volverán pronto a su cauce, otros piensan que se trata de una situación histórica que solo creará inestabilidad en los mercados y un nuevo golpe a la economía mundial, que ya se prevé malherida por la crisis sanitaria.

Sin embargo, en estos momentos en los que todo parece teñido de irrealidad, lo único cierto es la incerteza y lo único indudable la duda. Los mercados se tambalean y se resienten, los Gobiernos luchan por sobrevivir y sacar ventaja de la incertidumbre y el mundo cambia. Veremos, muy pronto, hasta qué punto.

Published by Gabriela Fimonte

Journalist who studied firstly at Seville University and completed a Master's Degree in International Politics Journalism at Pompeu Fabra University.

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